La comunidad benedictina de Jaca recibió el viernes el premio Crismón de la Catedral y aprovechó la ocasión para lanzar un mensaje de serenidad: están trabajando, junto a las instituciones, para asegurar que el patrimonio monástico permanezca en la ciudad y siga siendo visitable.
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EFEGE |
El acto tuvo lugar en el salón de recepciones del Ayto. de
Jaca, dentro de las jornadas “Jaca, Reino y Leyenda”. Allí, la corporación
municipal entregó a las religiosas el galardón, creado por el artista jaqués
Pedro Larraz, en una ceremonia cargada de simbolismo que trascendió lo
meramente conmemorativo.
La abadesa, madre María Teresa Ibáñez, y la presidenta de la
Congregación, madre Rosario del Camino, intervinieron en nombre de la
comunidad. Ibáñez subrayó que “se está buscando el mejor camino” con las
administraciones y garantizó que se hará el esfuerzo necesario para mantener
vivo el legado. Del Camino, por su parte, recordó que la fe que dio origen al
monasterio “crea cultura y deja huella” y reivindicó el patrimonio como bien
común.
El Crismón, que en 2024 se otorgó al historiador Domingo J.
Buesa, llega ahora a unas religiosas cuya presencia en Jaca se remonta a 1555,
cuando se trasladaron desde Santa Cruz de la Serós. Su marcha reciente a Alba
de Tormes, motivada por la edad avanzada y los cuidados que precisan muchas
monjas, había generado incertidumbre sobre el futuro del conjunto monástico.
Con este reconocimiento, el ayuntamiento y la ciudadanía
expresaron gratitud por cinco siglos de labor espiritual, educativa y de
acogida, y reafirmaron la voluntad de que el patrimonio conserve su arraigo en
la ciudad. Las benedictinas, por su parte, reiteraron que, aunque la vida
comunitaria adopte nuevas formas, su huella seguirá resonando en Jaca.
MARGARITA / JACATIMES
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