Hacia el año 756, mientras la expansión musulmana consolidaba sus conquistas en la península ibérica, surgieron focos de resistencia en el norte. Pequeños grupos de valientes asturianos y aragoneses desafiaban el dominio agareno, tanto en Asturias como en Aragón, donde San Juan de la Peña y San Pedro de Siresa se erigieron como núcleos de oposición.
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JB TOPETE | Regresando de la batalla (Ayto. de Jaca) |
El primer viernes de mayo del año 761 se recuerda, según la
tradición, por la mítica batalla en los llanos próximos al actual cementerio de
la ciudad. Este enfrentamiento culminó con la derrota de las tropas musulmanas
que intentaban hacerse con Jaca, y consolidó la figura de Aznar Galíndez, dando
origen a la leyenda del conde. No obstante, la historicidad precisa de esta
batalla se difumina, ya que el conde Aznar I Galíndez vivió en el siglo IX.
En el momento crucial del combate, un inesperado refuerzo apareció en el campo de batalla: mujeres, niños y ancianos de Jaca, armados con herramientas de labranza y portando tocados con bordados florales y espejos, se unieron a la lucha. El reflejo del sol en estos espejos sembró el pánico entre las filas musulmanas, otorgando un nuevo impulso a los defensores jacetanos, quienes lograron la huida del ejército invasor.
La tradición guerrera de la época se selló con el regreso
triunfal a Jaca, donde se exhibieron las cabezas de cuatro líderes musulmanes,
un símbolo que perdura en los escudos de Jaca y Huesca como testimonio de la
gesta.
JACATIMES
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