Los pinos del Pirineo están viviendo ya en una nueva realidad creada por el ser humano. En las partes altas, estos árboles se están extendiendo. En las zonas de mediana altitud, están creciendo más. En las zonas más bajas, su mortalidad ha aumentado.
EFEGE | Pinos en la Peña Oroel |
Todas estas alteraciones están relacionadas con el cambio
climático y el cambio en los usos del suelo. Los ecólogos suelen unir a estos
dos fenómenos la pérdida de biodiversidad y la contaminación para crear el
concepto de cambio global. En los Pirineos, este cambio seguirá modificando el
crecimiento de los pinares. Como consecuencia, las actividades humanas
relacionadas con estos bosques también cambiarán.
En los Pirineos, la especie de pinos que crece a mayor
altura es el pino negro, que prolifera entre los 1500 y 2500 metros de altitud.
En esta zona, los pinos negros marcan la línea de mayor altitud de los árboles.
Más arriba, dan paso a matorrales y pastos. Sin embargo, se ha comprobado que
el límite de distribución de estos pinos está unos 300 metros por encima de lo
que sería esperable. Como consecuencia de la menor presencia de ganado, se ha
reducido el consumo de los arbolillos por los animales, permitiendo la expansión
de los pinos.
En las zonas medias de los Pirineos, el pino dominante es el
pino silvestre, también llamado pino albar o royo. Estas áreas suelen tener
fuertes pendientes. En estas zonas, además de la reducción de pastos, ha habido
una reducción en las actividades forestales. Cada vez se recoge menos leña y se
hacen menos claras intermedias. Esta menor actividad es de nuevo consecuencia
del abandono rural y también del desarrollo tecnológico, que utiliza otros
combustibles.
Como consecuencia, los pinares tienen cada vez más pinos,
son más densos. También están expandiéndose a pastos infrautilizados. Además,
las entradas de nitrógeno por la contaminación han aumentado y se han
reducido las bajas temperaturas. En definitiva, en las altitudes medias de los
Pirineos los pinares se están cerrando y tienen cada vez más biomasa.
Sin embargo, en estas zonas las sequías limitan el
crecimiento de los pinos. Estas sequías están siendo cada vez más acusadas, provocando
tanto una reducción del crecimiento anual como una mayor mortalidad entre los
árboles más débiles.
Además, se están expandiendo enemigos naturales de los
pinos, como la procesionaria y el muérdago, contribuyendo al descenso de
crecimiento y al aumento de mortalidad. Todos estos factores están conduciendo
a un descenso de la producción de madera —tanto en cantidad como en calidad— en las zonas tradicionalmente más productoras.
Debemos entender que los cambios que están ocurriendo en los
pinares pirenaicos son un reflejo de la actividad humana pasada y presente.
Estos cambios son la base sobre la que debemos reconstruir de nuevo nuestra
relación con los bosques.
THECONVERSATION / JACATIMES
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