Dicen que las brujas del Pirineo, bruxas o broixas en la fabla aragonesa, son las auténticas, las genuinas, las brujas más brujas del mundo de la brujería. Dicen que fueron ellas las primeras en entregarse al diablo en figura de macho cabrío y en convertirse en gatos negros.
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Pioneras de los vuelos a escoba, precursoras de los vuelos
sin motor y adelantadas de los actuales vuelos de bajo costo. Las primeras
también, nuestras bruxas, en dar con sus pobres huesos y enjutas carnes en las
hogueras encendidas por las inquisiciones de turno.
Uno de los aquelarres más conocidos del Pirineo es el que se
celebraba en la gruta de la güixas, bajo el impresionante macizo de
Collarada. Según se avanza hacia el interior, la cueva va ganando altura,
sonidos, formas y murciélagos hasta llegar a una gran sala de 16 metros de
altura que cuenta con un agujero por el que pueden verse la luna y las
estrellas, elementos imprescindibles y en condiciones perfectas para invocar al
demonio
Las bruxas se reunían también en corros de brujas, en
lugares al aire libre, abrigados y de difícil acceso. La arquitectura de estos
corros responde siempre a un mismo patrón que se supone mágico. Sobre la
circunferencia exterior de un círculo de 7 metros de diámetro crecen, equidistantes,
7 árboles tejos y, debajo de ellos, mirando hacia el centro del círculo, se
sitúan 7 grandes piedras, como sitiales para cada una de las 7 brujas del
corro.
Cuando iban a morir, las brujas pasaban sus poderes estrechando las manos de alguna nieta o sobrina. La bruxa aprendiz debía someterse entonces a una ceremonia iniciática que, en algunos lugares, consistía en arrancarle los ojos a un gato vivo y, en otros, la novicia tenía que clavarle 7 alfileres o agujas grandes a un gato negro que, con la séptima, debería morir. Me imagino el final del pobre gato, pero, sobre todo, me imagino el estado en que quedaría la futura bruja, después de soportar los desesperados mordiscos y arañazos del animalito. ¡Como para renunciar al cargo!
El tiempo de las brujas ha pasado ya, pero, aún hoy, en
muchas casas del Pirineo se siguen encontrando símbolos espanta brujas, tales
como la flor de un cardo llamado eguski lore o flor del sol, que se
cuelga en la puerta de entrada, o chimeneas preparadas para impedir que la bruxa
se cuele en casa sin llamar.
FG / JACATIMES
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