En primavera, camino del verano, la montaña abandona su ropaje de invierno para vestirse de gala. Las flores convierten las laderas, los bosques y los prados en un inmenso jardín multicolor, en contraste con el blanco de algunas cumbres, de algunas nieves que se resisten a irse.
EFEGE |
En la puerta de casa, como quien
dice, tenemos casi 4000 plantas diferentes: una cuarta parte crece por encima
de los 2000 metros y algunas trepan hasta los 3000 e incluso más. Otras han
recorrido medio mundo para llegar hasta aquí, desde alejados rincones de Europa
o Asia e incluso desde la Antártida, hasta esta maravillosa cordillera nuestra que
constituye el límite meridional de su presencia y supervivencia.
Hemos seleccionado cuatro plantas
con flores de entre las más agraciadas, únicas y meritorias. Solo por el placer
de contemplarlas, para admirar su belleza sin destruir su hábitat y sin
tocarlas siquiera.
La orquídea zapatito de dama (Cypripedium
calceolus), bellísima, no es tan fácil de encontrar como la anterior, pero,
aunque con alguna dificultad, podemos dar con ella en los claros de bosques de
hayas y pino albar, entre los 1200 y 1600 metros. Su flor amarilla, que asemeja
un zueco, ha atraído a tantos curiosos y coleccionistas que la han puesto en
peligro de extinción. Según dónde, es posible encontrarla entre otras cuarenta
clases de orquídeas diferentes. Todo un lujo.
El lirio, flor de lis, azucena
silvestre o lirio llorón (Lilium martagon) tiene
un tallo que puede alcanzar un metro de altura, desde donde cae un ramillete de
tres a ocho florecillas con pétalos muy llamativos de color rosado-púrpura,
curvados hacia arriba en forma de corona, y grandes estambres. Crece en los
alrededores de pinares y abetales entre 800 y 2500 metros de altitud en
rellanos de roquedos. Un buen lugar para encontrarla son los Llanos de La Larri,
en junio y julio.
Quizá la flor más popular y buscada
del Pirineo y de otras montañas de Europa, a donde llegó con las glaciaciones,
sea el edelweiss (Leontopodium alpinum). Muy
común entre los 1500 a 3000 metros en el parque nacional de Ordesa y Monte
Perdido, en prados pedregosos o crestas de terrenos calizos. Sus pétalos están
cubiertos de una fina pelusa blanca que recuerda la nieve. Su nombre, en
alemán, significa “blanco puro”. Florece
en julio y agosto.
Encontrar estas flores en la montaña, y otras no menos interesantes, es cuestión de un pelín de suerte y algo de tenacidad. Como dijo un día Daniel Gómez, conservador del Herbario de Jaca, “las plantas te encuentran a ti y la emoción está en el camino”.
O Cicerón, cien años antes de Cristo: "Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo necesario".
JACATIMES
0 Comentarios