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Inicio de la temporada de setas de otoño en el Pirineo oscense

El inicio de la temporada de setas en el Pirineo, tanto en primavera como en otoño, representa entrar en un periodo feliz para los amantes recolectores de estas especies. Recoger setas en el Pirineo aragonés —donde abundan los bosques de pinos, abetos, robles, encinas y hayedos— se ha convertido en una actividad emblemática, en la que participan miles de aficionados cada temporada.

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Los pinares de peña Oroel y otros montes de la Jacetania, son muy frecuentados durante el otoño para recoger la seta más consumida en Aragón, el robellón o níscalo, aunque no sea esta la única especie que encontraremos por ahí. En las zonas de tierra removida junto a los caminos o en el talud de la carretera, podemos encontrar el hongo de la tinta o coprinus comatus. Las amanitas también son frecuentes, así como los boletus, las fonguetas y el peligroso tricholoma tigrium.

Ejemplar muy peligroso
A lo largo de todo Aragón se pueden identificar más de 2000 especies, que suelen aparecer con todo su esplendor en época otoñal. Pero ¿cuáles son las más habituales que se pueden encontrar? Estas son solo cuatro de las más populares:

Boletus edulis: Una de las setas más preciadas por su gusto y aroma, además de que son fáciles de conseguir y recolectar. Sus características: sombrero de color marrón claro, sabor exquisito y textura tipo gelatina. Crecen en los bordes de los bosques bajo pinos y abetos.

Níscalo o robellón: Esta especie se ha ganado la mayor popularidad entre las setas, ya que se localiza y recoge con facilidad. El lactarius deliciosus crece principalmente en los bosques de pinos húmedos y poco iluminados. Tiene un cuerpo naranja con pintas verdes y es utilizada en numerosos platos, debido a su textura fibrosa e intenso sabor.

Rebozuelo: Esta seta, cantharellus cibarius, desprende un notable aroma y suele usarse en preparaciones gastronómicas que incluyen pescados o carnes. No es muy frecuente en nuestra zona, pero las hay.

Agaricus campestre o champiñón: Probablemente, es la seta más conocida en todo el mundo. Sirve de complemento en deliciosos platos de comida, por su abundante carne y textura suave que se puede comer incluso cruda. Hay que tener cuidado porque existe una variedad tóxica de color más oscuro.


Hay dos elementos que nunca le pueden faltar a un recolector de setas, aunque solo salga a por ellas esporádicamente: una cesta y una navaja, y una guía si no es muy experto. Las cestas son fundamentales porque permiten traspirar a las setas y así llegan en excelentes condiciones al momento de consumirlas y además, las esporas van cayendo al caminar, facilitando su repoblación.

Recolectar setas requiere hacerlo con mimo. Entre los expertos genera mucho debate si deben recogerse a mano o con cuchillo, puesto que en función de la especie se podría usar una técnica u otra. No obstante, siempre existe más riesgo de dañar el entorno haciendo la recogida a mano que con una navaja.

En Aragón la recogida de setas está regulada y es necesario pedir y pagar por los permisos correspondientes en los ayuntamientos responsables de regular esta actividad.

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