La regulación de la escalada de forma que se compaginen la práctica deportiva y la protección ambiental, es una de las preocupaciones de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM), que ha trabajado en las regulaciones de numerosas escuelas. Sin embargo, mientras algunas han seguido un camino lógico, en otras, los poderes públicos han impuesto normas arbitrarias y sin consenso, han mantenido errores cartográficos o han fijado zonas de exclusión injustamente extensas.
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La FAM reclama
que la afección de la escalada sobre el medio ambiente debe medirse con
criterios equilibrados, sin dejarse llevar por medidas ultraconservacionistas y
recordando siempre que la libertad de circulación es un derecho fundamental, y
su limitación, como conocemos todos debido a la pandemia, se debe acotar a
situaciones muy concretas.
Cualquier
restricción debe recordar que, en el III Seminario de Espacios Naturales
Protegidos y Deportes de Montaña, se definía la escalada como una actividad
deportiva tradicional que se practica en el medio natural, que contribuye a la
formación integral de la persona en íntima relación con la naturaleza,
desarrolla valores de cooperación y solidaridad entre los que la practican y
potencia el aprecio y el interés por la conservación del medio natural,
procurando su uso de forma sostenible y respetuosa.
No se puede
olvidar que Aragón es un destino de escalada de primer orden, con paredes
conocidas en todo el mundo y visitadas desde hace décadas por miles de
escaladores. Es un deporte que genera una importante actividad económica y
turística, con efectos positivos sobre la economía de las poblaciones.
Por ello, la colaboración de los técnicos competentes, como gestores de lo público, se hace imprescindible de cara a aplicar razones sociales, que la misma ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad señala que deben primar en la ejecución normativa.
FAM / JACATIMES
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