Los desvíos provisionales activados en octubre para culminar la variante de Sabiñánigo de la A-23 se mantienen más allá del plazo anunciado, lo que vuelve a tensionar el tráfico hacia el Pirineo en estas fechas navideñas de alta afluencia.
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El Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible puso en
marcha el pasado 16 de octubre nuevos desvíos en la N-330, en el entorno de
Sabiñánigo, para afrontar la fase final de la variante de la A-23. En un primer
momento se anunció que estas afecciones durarían “previsiblemente” hasta el 19
de diciembre, pero el plazo no se ha cumplido y, por ahora, continúan sin fecha
concreta de retirada.
La prolongación de los desvíos agrava los habituales
problemas de circulación en la N-330, especialmente durante fines de semana y
periodos vacacionales. Desde la Jefatura Provincial de Tráfico reconocen que la
situación “complica aún más la fluidez” en uno de los principales accesos al
Pirineo aragonés.
Las obras corresponden a un tramo de 8,6 kilómetros adjudicado
en octubre de 2019 a la UTE Aldesa-Rover, con un plazo inicial de 40 meses que
situaba su finalización en febrero de 2023. Un modificado posterior amplió el
calendario hasta mayo de 2024, pero la última previsión apunta ya a principios
de 2026, con un sobrecoste cercano al 50 %, al pasar de 71 a 108,4 millones de
euros.
En esta fase final quedan por ejecutar la conexión con el
tramo ya existente de la A-23, varios ramales de acceso a una nueva glorieta en
la N-330 y otra glorieta en la N-260A para mejorar la seguridad vial. Para ello
se mantienen cortes y desvíos en distintos puntos de la N-330, la A-23 y la
N-260A, con afecciones directas al tráfico hacia el Pirineo.
MARGARITA / JACATIMES





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