Después de dos décadas de obras y un sobrecoste del 30 % —a nadie se le cae la cara de vergüenza—, la autovía A-22 quedará concluida este miércoles con la apertura del tramo entre Siétamo y Huesca, un estreno muy esperado por los conductores altoaragoneses.
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| MOP |
Hoy 1 de octubre, a las 10:30 h, se inaugurará el último tramo pendiente de la A-22 entre Huesca y Lérida, correspondiente al trazado Siétamo–Huesca. El acto contará con la presencia del ministro de Transportes, Óscar Puente, y supondrá la apertura definitiva de esta vía rápida al tráfico.
Las obras de la A-22 han durado 20 años y han sufrido
retrasos de hasta cuatro años sobre las previsiones iniciales. El presupuesto
se ha disparado en un 30 %, alcanzando los 61,5 millones de euros, debido a
traslados de servicios, condicionantes medioambientales y limitaciones
presupuestarias.
La apertura del nuevo tramo reducirá tiempos de viaje y,
sobre todo, mejorará la seguridad vial, eliminando uno de los puntos más
peligrosos de la antigua N-240. En apenas 5 a 7 minutos, los conductores podrán
recorrer el trazado sin apenas advertir la trascendencia de la inauguración,
aunque durante años haya sido una reivindicación clave en la provincia.
Pese a la celebración, quedan todavía retos en la red de
autovías aragonesas. La A-23 (Huesca–Jaca) sigue pendiente de varios tramos,
con obras en marcha entre Lanave y Sabiñánigo Sur, además de la variante de
Sabiñánigo y la variante de Jaca, que debe conectar con la A-21 hacia Pamplona.
Mientras Navarra concluyó sus 45 kilómetros en 2012, en Aragón aún falta camino
por recorrer para cerrar el eje pirenaico.
MARGARITA / JACATIMES
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