La vegetación natural alberga menos especies de las que podría sostener, incluso en zonas protegidas, según un estudio global publicado en Nature. El Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) de Jaca ha coordinado el trabajo en Aragón, incorporando datos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido para medir esta “diversidad ausente” y sus causas.
El proyecto, liderado por la Universidad de Tartu (Estonia)
y el consorcio internacional DarkDivNet, ha analizado más de 5.500 parcelas en
119 regiones del mundo. Entre sus conclusiones, destaca que las áreas con alto
impacto humano conservan solo uno de cada cinco taxones que podrían vivir allí,
frente a más de un tercio en zonas poco alteradas. El estudio revela así un
“impacto oculto” que no se aprecia con las mediciones clásicas de
biodiversidad.
En Aragón, el trabajo ha sido dirigido por el investigador
Ramón y Cajal Guillermo Bueno y el conservador del herbario Pablo Tejero, ambos
del IPE-CSIC. Entre 2023 y 2024 se muestrearon 30 parcelas de 10×10 metros en
distintos hábitats del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, además de dos
parcelas de referencia de 50×50 metros, con apoyo de la técnica Blanca
Santamaría, voluntarios y estudiantes. También se recogieron muestras de suelo
para estudiar en el futuro la diversidad oculta de hongos, en especial
micorrícicos.
El equipo empleó el Índice de huella o impacto humano, que combina
datos de densidad de población, uso del suelo e infraestructuras. El análisis
confirma que la presencia real de plantas disminuye a medida que aumenta este
índice, incluso a cientos de kilómetros, y que mantener un 30% del territorio
bien conservado puede amortiguar ese efecto. Según los investigadores, la
contaminación, los incendios provocados, la recolección ilegal y la
fragmentación del hábitat afectan también a zonas protegidas como Ordesa.
La iniciativa DarkDivNet, creada en 2018 por el profesor
Meelis Pärtel, ha reunido a más de 200 científicos para aplicar la teoría de la
diversidad oscura en un muestreo global. Sin apenas financiación y pese a la
pandemia y las dificultades logísticas, la red ha logrado obtener datos clave
que confirman que el impacto humano en la biodiversidad va mucho más allá de lo
que se ve a simple vista.
IPE CSIC / JACATIMES
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