El Real Monasterio de las Benedictinas de Jaca cierra sus puertas cinco siglos después. El convento de “las benitas”, como se le conoce popularmente, dejará de estar habitado esta Semana Santa, después de que sus siete últimas ocupantes vayan a ser trasladadas a otra casa de la orden en Alba de Tormes (Valladolid).
Las monjas (seis de ellas de muy avanzada edad) dejarán
desierto un convento al que llegaron antes de cumplir los 30, en los años 60
del siglo pasado, cuando la comunidad la formaban 24 hermanas.
En una carta pública agradecen el “afecto y cercanía” de los
jaqueses, a los que “siempre” han tenido presente en sus oraciones, “tanto en
los momentos de alegría como en los de dolor. Las hermanas benedictinas han
formado parte de la comunidad religiosa jaquesa durante un milenio, hasta que se
ha apagado su luz.
El Monasterio fue fundado en 1555 por Felipe II, cuando las
hermanas del Monasterio de Santa Cruz de la Serós fueron trasladadas al que ha
sido su emplazamiento hasta 2015. En el emplazamiento anterior la comunidad
permaneció durante otros cinco siglos.
En el siglo XVI, la comunidad ocupaba la iglesia de San
Ginés, que fue cedida a las monjas por la cofradía de San Ginés en 1579. De
aquel edificio original solo sobrevive la portada románica, puesto que el
edificio se reformó y amplió en 1730. Los frescos se pintaron en 1862.
La Iglesia albergó, durante 450 años, el sarcófago de la
condesa doña Sancha, hija del rey Ramiro I de Aragón, traído a Jaca desde Santa
Cruz de la Serós en el año 1622. El único sepulcro románico completo que se
conserva en España.
JACATIMES
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