Desde abril de 1862, cada 22 y 23 de junio, ovejas y vacas de ganaderos del valle de Broto, cumplen con la tradición —pasada de generación en generación—, de subir sus ganados a los pastos de Gavarnie, en Francia, a pasar el verano. Denuncian las trabas que sufren ahora para cumplir con esta práctica milenaria.
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DMAGALLÓN |
El 14 de abril de 1862, España y Francia firmaron un tratado
llamado “de Bayona” permitiendo desde entonces que vacas y ovejas de una decena
de ganaderos del valle de Broto pudieran cruzar la frontera para pasar los
meses de verano en los pastos franceses de Gavarnie, más frescos y apetecibles
en esta época del año.
Sin embargo, las medidas impuestas por los galos para
prevenir posibles contagios de enfermedades suponen un verdadero engorro. Por
ejemplo, la obligación de hacer pruebas PCR para detectar al Rinotraqueítis
Infecciosa Bovina (IBR) quince días antes de la subida de los animales al
puerto.
En estos momentos —primera
quincena de junio—, “tenemos más
de 600 vacas y 800 ovejas en el monte y nos vemos obligados a sangrarlas en
sitios con instalaciones muy precarias, que ponen en riesgo no solo la
seguridad del animal, sino también la de las personas que lo hacemos”, advierten
desde la Agrupación de Defensa Sanitaria (ADS) de bovino del Valle de Broto.
La puntilla la pone la fiebre catarral ovina o "lengua
azul", cuya vacuna ha dejado de ser financiada por el Gob. de Aragón,
comunidad donde no es obligatoria, y ha pasado a engrosar la lista de
gastos de los ganaderos del valle, con un precio de 4,5 euros por animal. La autoridad
pertinente tendrá que hacer algo.
ADS / JACATIMES
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