El símbolo más icónico de estas fechas debería ser el portal de Belén, que no deja de serlo en muchos ambientes. Sin embargo, el árbol de Navidad está posicionando al portal en un injusto segundo plano, unas veces por cuestiones religiosas, otras por puro esnobismo y otras por seguir la corriente. En cualquier caso, no está de más saber cómo llegó el abeto a la mayoría de nuestros hogares.
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La Navidad nos ofrece la excusa perfecta para darle un aire
diferente a nuestra casa. Existen algunos adornos indiscutibles para lograr un
aire festivo que resulte agradable. En los hogares utilizamos elementos de
culturas diferentes, donde tradiciones de claro origen cristiano como el portal
de Belén, se combinan con otras de procedencia pagana, como velas, guirnaldas o
adornar el árbol de Navidad, uno de los símbolos más icónicos de estas fiestas.
En la antigua cultura nórdica se celebraba el Yulë, una
fiesta en honor a los dioses de Asgard, que coincidía con el solsticio de
invierno. Una de las costumbres era adornar un roble con manzanas. El roble
honraba al dios Thor, protector de la humanidad, mientras que las manzanas se
presentaban en honor a la diosa Idunn, quien empleaba este fruto para conceder
el don de la inmortalidad a los dioses.
Se dice que un monje benedictino inglés llamado Bonifacio,
en el siglo VIII, cuando llegó a Alemania y conoció este rito pagano taló el
roble y lo sustituyó por un abeto que, por su forma triangular, pretendía
representar a la Santísima Trinidad cristiana. Mantuvo el adorno de las
manzanas, pero como símbolo del pecado original, y añadió velas que
simbolizaban la luz de Cristo.
Sin embargo, a España esta tradición no llegaría hasta 1870.
Fue la princesa Sofía Troubetzkoy, hija legítima del Zar de Rusia y casada con
un noble español —considerada
como una de las mujeres más bellas y elegantes de la Europa del s. XIX—, quién colocó un árbol de Navidad
en Madrid, cerca de la Plaza de Cibeles.
El mejor regalo para dejar en el árbol: nuestro copromiso con la paz en el mundo.
¡Feliz Navidad!
JACATIMES
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