La Unión Europea (UE) destina 20 millones de euros para impulsar 33 proyectos piloto para la adaptación de nuestro Pirineo al cambio climático, en unas cimas que se calientan un 30% más rápido que el resto de Europa.
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La UE ha destinado 20 millones de euros al fomento de 33
programas específicos para paliar los efectos del calentamiento global, con la
colaboración de medio centenar de instituciones y organizaciones en las siete
regiones pirenaicas afectadas: Euskadi, Navarra, Aragón, Cataluña, Andorra,
Nueva Acquitania y Occitania, en lo que supone la primera estrategia
transfronteriza de adaptación al cambio climático en Europa.
Las regiones ubicadas a mayor altitud sobre el nivel del mar
son, precísamele, las que están sucumbiendo ante el calentamiento global a un
mayor ritmo que la media europea. El Pirineo, en concreto, se calienta a una
velocidad un 30 % superior, lo que rompe los esquemas del turismo, la
agricultura, la energía, la silvicultura, y multiplica por diez los riesgos
naturales de un territorio donde la actividad económica se dispara en los meses
fríos para después languidecer lejos de las estaciones de esquí.
El agropastoralismo jugará un papel clave en la gestión
forestal del paisaje para poder mantener los ecosistemas, que se probará en el
valle de La Garcipollera. "Un bosque está descontrolado cuando no se
gestiona”. Pasa en el Pirineo desde hace 40 años, que ahora es menos resiliente
a las sequías, a las olas de calor. La idea es identificar aquellas zonas
prioritarias donde el Gob. de Aragón debería focalizar sus acciones.
Sin embargo, una de las prioridades es entender por qué el
Pirineo se está calentando a mayor velocidad que el resto de Europa. Se trabaja
sobre varias teorías, como que la escasez de masas de agua, con un volumen
considerable, nos deja desprotegidos ante el impacto del calor. Se ha
registrado una caída de las precipitaciones del 2,5 % respecto a la media de
las últimas décadas, grave porque llueve más que nieva y no hay reservas en el
Pirineo.
Una de las consecuencias menos consideradas del cambio
climático es su asociación al incremento de los riesgos naturales, como
inundaciones, desprendimientos de rocas, avalanchas o aludes. Uno de los
proyectos del OPCC estudiará la creación de infraestructuras de contención
basadas en lo que aporta la naturaleza. Es decir, emular con barreras naturales
los diques y muros de hormigón que libran a la estación de Canfranc de los
aludes. Para ello, se piensa en reforestar con especies arbóreas de fuertes
raíces las zonas bajo esos depósitos glaciares inestables conocidas como
morrenas, punto básico de la estrategia.
OPCC / JACATIMES
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