Conseguir la igualdad de género, apoyar y reconocer la contribución de las mujeres rurales al desarrollo, no solo es lo correcto, sino que es un ingrediente fundamental en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre, la desnutrición e incluso el cambio climático.
![]() |
DEPOSITPHOTOS |
Las mujeres rurales —una
cuarta parte de la población mundial—, trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias. Labran la tierra y
plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la
seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades
frente al cambio climático.
Sin embargo, como señala ONU Mujeres, las campesinas
sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y, pese
a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no
disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados
o cadenas de productos cultivados de alto valor. Con excepciones, tampoco
disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, ni a infraestructuras
como el agua y saneamiento.
Las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan limitando el poder de las mujeres rurales en la participación política dentro de sus comunidades y hogares. Mundialmente, con pocas excepciones, todos los indicadores de género y desarrollo muestran que las campesinas se encuentran en peores condiciones que los hombres del campo y que las mujeres urbanas.
En este Día Internacional de la Mujer Rural no olvidemos sus
demandas, apreciemos su labor en el suministro de alimentos y servicios en
zonas menos desarrolladas que las nuestras, instando a la comunidad a trabajar con las mujeres y
las niñas rurales en todo el mundo, y a invertir en infraestructura, servicios
y protección social sostenibles, para cambiar radicalmente sus medios de vida,
bienestar y resiliencia.
ONU / JACATIMES
0 Comentarios