Aunque ni los quesos ni los vinos de nuestros colindantes vecinos del Béarn sean exactamente “el sabor de Francia”, como algunos pretenden, lo cierto es que gozan, a este lado del Pirineo, de una gran aceptación por su alta calidad, y simpatía por su origen pirenaico, como lo demuestra el gran éxito de público que el domingo colapsó la Ciudadela.
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Son, sin duda, productos con grandes atributos, hechos con
manos delicadas que conocen bien su oficio. Este año, algunos se han
sorprendido con los vinos en sus distintas variedades —DO Bearn, Jurançon…— que dejan en boca sensaciones que
afectan a otros sentidos. Bien etiquetados, las botellas especifican claramente
la variedad de uva, el productor, dónde se cultivaron y el contenido de alcohol,
todo fácilmente a la vista.
Y los quesos… ¡qué decir de los quesos! Seguramente no son
los más caros —por supuesto
que no— ni los más conocidos
ni valorados. En Francia, el márquetin del queso y del vino tiene una
importancia capital, reservada para las grandes marcas que, a veces, nos cuelan
productos que no alcanzan el nivel de calidad de los quesos “monsieur” bearneses
de oveja, cabra y vaca que degustamos con tantas ganas el domingo.
Hubo más cosas, además de queso y vino: cervezas de
distintas marcas y tipos, miel, jamón, dulces, productos elaborados con pato,
cerdo negro y unos deliciosos helados a base de leche de oveja y otros
delicados productos con castañas como materia prima… Hasta música hubo.
La gente que se congregó el domingo en el Patio de Armas de la Ciudadela, casi 10 000 dicen, demostró que posee excelente gusto gastronómico y un real aprecio por la calidad. Para no perder estos valores, no estaría mal cruzar de vez en cuando al otro lado —“destino complementario”, le dicen— para seguir disfrutando de lo que el Béarn nos ofrece.
¿Quién se apunta?
JACATIMES
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