La colección de frescos románicos del Museo Diocesano de Jaca (MDJ) destaca por su variedad y riqueza, hasta el punto de ser una de las más reconocidas de toda Europa. Sin embargo, otras piezas de la colección también demuestran una calidad equiparable. Este es el caso de las tres rejas románicas conservadas en el claustro.
MDJ |
La
Prof. Lourdes Diego, de la Universidad San Jorge, afirma que el de Jaca es
el conjunto catedralicio con más metros de rejería románica de España y en
mejor estado de conservación.
Sin duda, la pieza más
destacable en este ámbito es la verja de Iguácel, obra realizada entre finales
del siglo XI y principios del siglo XII, cuya cronología la convierte en una de
las rejas románicas más antiguas de nuestro país. Actualmente se expone a la
entrada de la Sala Bagüés, aunque su emplazamiento original era el presbiterio
de la ermita de Santa María de Iguácel, separando así la nave de la cabecera
del templo.
Ahí cumplía dos
funciones, protectora (impedir que los fieles profanasen el altar y custodiar
el tesoro litúrgico) y simbólica (dar empaque a la zona más sagrada de la
iglesia y rodearla de cierto halo de misterio).
Para cumplir ambos
propósitos, los artesanos que trabajaron en esta reja la compusieron a partir
de varillas de hierro moldeadas a martillo en forma de espiral. Este motivo,
muy común en la rejería románica de los siglos XII y XIII, en Iguácel adquiere
matices únicos. En el lado izquierdo, probablemente realizado por un maestro
más experimentado, todas las espirales rematan con un motivo diferente. Entre
estos pueden observarse elementos vegetales, cabezas de animales e incluso
criaturas fantásticas, como monstruos bicéfalos.
Interpretar el
simbolismo de esta reja resulta complejo para los ojos contemporáneos. Olaguer-Feliú, de la Real Academia de la Historia, defiende
que la forma ondulante de las espirales de hierro quizás aluda al motivo
cristiano de las aguas del bautismo. En cuanto al rostro masculino presente en
la reja, es posible que se trate de un “autorretrato” del artesano, que quiso
dejar su rostro a modo de firma y culminación de su obra.
Junto al ejemplo de
Iguácel, en la Catedral y el MDJ se conservan hasta cuatro ejemplos más de
rejería románica: los dos que protegen desde época medieval los ábsides
laterales de la Catedral, un tercero en el Refectorio —donde
sirvió como cerramiento a una antigua capilla— y un último
fragmento expuesto en el Secretum, uno de los espacios felizmente recuperados
gracias a las obras de renovación del claustro-museo.
MDJ / JACATIMES
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