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Pirineo fantástico: El dolmen de la Losa Mora

No es ningún secreto que algunas tribus de hombres primitivos que poblaron la faz de la tierra vivieron, procrearon y murieron por estas alturas pirenaicas. Numerosas muestras de carácter funerario dan prueba evidente de su paso, dejándonos un legado de gran valor: los dólmenes.

TRIPADVISOR

En lo más profundo de la Sierra de Guara, en un hermoso paraje, ideal para disfrutar de la naturaleza, encontramos el dolmen llamado de la Losa Mora. Por su enorme tamaño y su ubicación solitaria en aquel entorno, las gentes del lugar refieran remotas ficciones y sucesos extraordinarios para explicar cómo pudo surgir semejante mole en ese enclave.

Cuenta la leyenda que un rey moro se enamoró perdidamente de una joven cristiana de aquellos contornos. A pesar de la oposición de su familia, que veía imposible el amor entre dos personas que rezaban a dioses diferentes, ella le correspondía con la misma intensidad.

Una mañana, los enamorados decidieron huir a caballo, ella a la grupa, hacia algún lugar lejano donde pudieran amarse sin nada que temer.  Algunos cristianos los vieron enfilar el camino del norte, e iniciaron una implacable persecución. Tardaron poco en acortar distancias y una lluvia de flechas apuntadas a la pareja partió de sus ballestas.


En un recodo del camino, los enamorados pusieron pie a tierra y se escondieron con su jadeante montura entre grandes arbustos. Los perseguidores pasaron de largo y el ruido de los cascos de sus caballos se perdió en la lejanía. El rey moro, feliz por haber logrado despistarles, giró la cabeza de su amada para admirar su belleza una vez más. Sin embargo, contempló horrorizado cómo, en ese mismo instante, ella exhalaba su último suspiro: una de las flechas había partido el corazón de la joven.

Loco de dolor, depositó cuidadosamente a su amada en la suave hierba y amontonó sobre ella un túmulo de grandes piedras para que las alimañas no pudieran profanar su cadáver. Al regreso de los cristianos, el rey moro salió al camino y se dejó matar para permanecer por siempre al lado de quien amó.

Los perseguidores, conmovidos, lo sepultaron en la misma tumba que él había construido para su amada y que, desde entonces, se conoce como el dolmen de la Losa Mora.

FG / JACATIMES

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