En ninguno de los pocos reductos donde sobrevive el urogallo en España —Cordillera Cantábrica y Pirineos— se ha encontrado la fórmula para frenar su declive, a pesar de las inversiones y los esfuerzos realizados.
Los científicos denuncian que la gestión no ha sido la
adecuada, la cría en cautividad no ha funcionado y no se ha protegido el
territorio de actividades humanas como la caza de otras especies, la apertura
de pistas forestales o la celebración de carreras de montaña, que producen un
alto estrés en la especie.
El Libro Rojo de las Aves apunta a la existencia de algo más
de 400 individuos de la subespecie pirenaica (Tetrao urogallus aquitanicus).
Este núcleo pirenaico constituye el límite de la población sur europea.
Si no se corrigen pronto las amenazas que están diezmando la
población, “será imposible que estas aves puedan salir adelante”. Una de las
medidas que se están adoptando es el control de predadores que pueden competir
con el urogallo. En Castilla y León se retiran martas, que se llevan a otros
lugares, y gatos asilvestrados, que se sacrifican. Todo bajo un estricto
control técnico y científico, aseguran.
“Lo que ha pasado con el urogallo es un drama, y con la tendencia actual no soy muy optimista en cuanto a las perspectivas futuras”, asegura Jesús Martínez Padilla, científico del Instituto Pirenaico de Ecología, quien ha confirmado la desaparición del urogallo de casi la mitad de las áreas que ocupaba en el Pirineo aragonés.
Un proyecto avanzado prevé la retirada de huevos de los
nidos en el campo, su incubación y, cuando ya esté asegurado el stock
reproductor, la reintroducción de los pollos. Están en contacto con Polonia
donde logran sacar adelante unos setenta pollos al año, con diez machos y veinte
hembras.
Los investigadores buscaron en los lugares donde se tenía
constancia de la existencia actual o pasada de machos de urogallo durante el
celo, cuando atraen a las hembras desplegando una espectacular cola y sin parar
de cantar. De los 47 cantaderos que visitaron, en 18 la especie había
desaparecido.
Los científicos admiten que “las medidas no han dado
resultado, probablemente porque las causas del declive son muchas”. En el
estado de urgencia actual, piden “anteponer los intereses biológicos a los
administrativos y que existan unos patrones conjuntos, al menos de mínimos, que
cumplan todas las comunidades”.
JACATIMES
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