EL TIEMPO EN JACA

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Unos padres de Jaca acusados de homicidio por la muerte de su bebé

Una pareja de Jaca —español él y boliviana ella— han sido detenidos y están siendo investigados por la muerte de su hijo de tres meses, al parecer por el llamado “síndrome del lactante zarandeado”, según los médicos.

LAMENTEMARAVILLOSA

Los hechos ocurrieron a mediados de marzo cuando los padres, en un primer momento, acudieron con el bebé al hospital de Jaca, desde donde, a la vista de la gravedad del caso, fueron derivados al Hospital Materno Infantil de Zaragoza, donde ya no pudieron hacer nada por la vida del pequeño.

Los padres, acusados de homicidio imprudente, han sido puestos en libertad con cargos.

Desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) creen que los pediatras deberían advertir a los nuevos padres de los peligros del zarandeo a su bebé. Hay que recordar que, aunque no haya intención de hacerle daño, la fuerza de un adulto resulta más que suficiente para provocar lesiones graves.

Al zarandear al bebé, el cerebro golpea contra las paredes del cráneo produciendo inflamación o sangrado en el cerebro y sus envolturas, sangrado en la retina parte posterior del ojo y lesiones en la médula espinal a nivel del cuello. Menos de cinco segundos de zarandeo son suficientes para provocar un daño de gravedad.

El motivo más frecuente es un llanto inconsolable y prolongado que provoca la frustración y el enfado del cuidador, que finalmente zarandea al niño. Otra causa es el intento de “reanimarlo” ante una situación que el cuidador entiende como amenazante para su vida, como un espasmo del sollozo, un atragantamiento o un ataque de tos.

Desde la Asociación indican que, en caso de que el niño se quede “sin respiración” espasmo del sollozo, ataque de tos, atragantamiento, etc. hay que cogerlo en brazos colocándolo boca abajo o manteniéndolo sentado, inclinado hacia delante y sujetando la cabeza. Se le puede frotar la espalda o darle golpes suaves con la mano abierta, pero nunca se debe agitar al niño.

Los padres saben que los niños pueden llorar por muchas causas: por hambre, porque necesita que le cambien los pañales, porque está cansado y somnoliento y no puede dormirse. Puede tener dolor o estar iniciando una enfermedad.

Los padres han de buscar la causa y, en cualquier caso, intentar tranquilizarlo cogiéndole en brazos, acariciándole y hablándole de forma suave o meciéndole.

AEP / JACATIMES

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