A pesar de su aspecto de pequeño y tierno peluche, son depredadores implacables de todo vegetal, raíz, bulbo o tubérculo bajo suelo, originando daños económicos relevantes en cultivos forrajeros y especies leñosas. Sus hábitos de vida son subterráneos, claro está, y su actividad se concentra especialmente ahora, en los meses del otoño e invierno. Vuelven.
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Sin necesidad de salir al campo, se le puede ver en Jaca en el Llano de la Victoria, por ejemplo, donde los gatos del barrio, agazapados
junto a la entrada de la madriguera del roedor, esperan pacientemente la
aparición de su presa.
Desde hace unos años, los topillos se han convertido en una
plaga muy difícil de eliminar. En el Pirineo tenemos una especie propia, el
“topillo pirenaico” o Microtus gerbei por su nombre científico, que
ocupa toda la franja de este a oeste.
EFEGE | Incansable cazador de topillos |
Se sabe que es portador de algunos microorganismos patógenos
causantes de enfermedades víricas, como la rabia o el hantavirus, y de
enfermedades bacterianas, como la leptospirosis, la borreliosis o la tularemia.
Realizar determinadas prácticas agroambientales y de manejo
del cultivo, favorecen la disminución de poblaciones en las parcelas: facilitar
la presencia de enemigos naturales como zorros o rapaces, instalando posaderos de aves y
cajas nidos, realizar labores profundas y cruzadas en el suelo e inundar las
parcelas.
El fosfuro de aluminio y el fosfuro de zinc son los únicos
productos fitosanitarios autorizados para el control de topillos. Su aplicación
está condicionada a los requisitos que se indican en la hoja de registro.
En España, en 2007, hubo una gran plaga de topillo campesino
(Microtus arvalis) en la que se calcula que había más de un millón de
ejemplares. La zona afectada, en la comunidad de Castilla y León, sufrió grandes pérdidas en cosechas y destrozos de campos de
cultivo.
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