Sea "la noche de las brujas” o “a nuei d’as almetas”, estamos hablando de lo mismo, de la noche del 31 de octubre: de Halloween. Una celebración de origen celta arraigada con fuerza en Estados Unidos y exportada desde allí a numerosos países. Calabazas, fantasmas, brujas, casas del terror, fiestas de disfraces… son los protagonistas de la noche más oscura del año, que cobra en nuestra ciudad especial relevancia, casi como si fuera propia.
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Sin duda, el elemento estrella son las calabazas talladas a mano. Se trata de una tradición que usaban los celtas para espantar a los fantasmas que vagan esa noche. Se tallan las calabazas y se colocan velas en su interior para alumbrarse en la oscuridad y protegerse de los espíritus, malignos o no, que no está claro ese detalle.
Halloween es la contracción de la expresión inglesa All
Hallows’ Eve, con el significado de “víspera del Día de Todos los Santos”.
Es o fue tradición que esa noche los niños salieran a la
calle, casa por casa, pidiendo dulces, usando la expresión inglesa trick or
treat, en español “truco o trato”, aunque existen otras traducciones
posibles. En México dicen “pedir calaverita”, ya que la cesta en la que los
niños guardan los dulces que reciben tiene forma de calavera.
“Rapitán encantado” los días 29, 30 y 31 de octubre y 1 de
noviembre a las 19:30, con plazas limitadas a 20 personas. “Viaje Espirita” el
30 y 31, en sesiones a las 22:00 y 23:15, limitadas a 10 personas por sesión.
Cada año, diversas tradiciones se unen, se mezclan y se
influyen mutuamente, desde finales de octubre a inicios de noviembre, en las
culturas de los países occidentales. En Asia y África, el culto a los
antepasados y a los muertos tiene fuertes raíces, pero no está ligado a una
fecha concreta como en nuestra cultura.
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