Con esta decisión, la variante que unirá la autovía de los Pirineos, A-21, con la autovía Mudéjar, A-23, está más cerca de ser una realidad. La asociación “Jaca sin Perder el Norte” no consiguió sacar adelante su denuncia ante la Audiencia Nacional, aunque impugnó el fallo por considerar que la obra destruirá un entorno de gran belleza paisajística. Ahora, el Tribunal Supremo ha rechazado el recurso.
Esta asociación había propuesto que la variante discurriese
por el sur, es decir, bajo la peña Oroel, entre la peña y la ciudad, un trazado
que ocasionaría igualmente un gran daño medioambiental y paisajístico y que tiene
sus detractores.
Según el alcalde de Jaca, las obras —ocho kilómetros—,
podrían empezar el próximo año, conectarán la pedanía de Guasa con la meseta de
Abay, con un coste de 114 millones de euros y una duración de 24 meses. Cree
que son muy necesarias “para evitar el paso por el casco urbano de camiones
cargados de mercancías peligrosas”, furgonetas y otros transportes. Cuando esté terminada, la “autovía de los dos
mares” —unirá Mediterráneo y
Cantábrico— será una vía
moderna, directa y gratuita.
En realidad, numerosos conductores que circulan entre
Cataluña y Euskadi utilizan ya este tramo, a pesar de estar inacabado, como
alternativa a la autopista del Ebro, que requiere el pago de peaje.
Jaca también pagará el suyo. La variante afectará a parte de
la ribera del Aragón, degradará el paisaje y destruirá La Garisea, una casa
fortificada del siglo XVI y su campo de cereales, donde está previsto situar un
área de servicio muy completa, que ojalá aporte algún beneficio a la hoy
maltrecha economía jacetana.
JACATIMES
0 Comentarios