Ni folklore patrio ni baraúnda religiosa ni espectáculo turístico, sino el reencuentro de un pueblo, en la concordia de la primavera, con el paisaje moral de sus sentimientos y de su conciencia, de sus pasiones y de sus emociones, en esa dimensión social del amor, la compasión y la piedad.
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OKDIARIO |
Ninguna otra cita genera tantísima tolerancia. Mujeres proabortistas
caminan descalzas junto a la imagen de Cristo. Políticos profundamente críticos
con la Iglesia Católica, presiden sin conflicto las procesiones de su ciudad.
Al caer la tarde del Viernes Santo, las calles se visten con
los colores serios de cofrades y costaleros. Caminan sin reparar en la
presencia de la gente, sombras mudas, pies silenciosos, rápidos y
solemnes hacia su cita anual con el rito de la pasión y la misericordia.
Nadie que no haya llevado una imagen, juntando sus hombros y su esfuerzo con otros como él, sabe hasta qué punto se comparte allí la experiencia del sufrimiento. Uno de ellos, intelectual y escéptico, me dijo un día: Yo no creo estar llevando a Dios sobre mis hombros, pero sí a un hombre que murió por el perdón de todos.
El hombre que, al perdonar a sus enemigos porque no saben lo que hacen, dejó abierto el poder del Dios clemente incluso para los que sí lo saben.
FG
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