Las segundas residencias y los visitantes de un día fueron el motor que empujó hacia adelante a la economía jacetana, hostelería y comercio, como un respiro frente a las limitaciones de negocio, aforo y movilidad que nos ha traído el covid. ¡Bendita Semana Santa!
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La notoria afluencia de visitantes se dejó ver especialmente
en las terrazas de los bares, en las plazas más soleadas e incluso, algo más
lejos del centro, en el entorno de la estación, verde y arbolado, lugares idóneos
para disfrutar del solecito y de las temperaturas tan agradables que nos ofrece
esta incipiente primavera. Con una cervecita con gambas y en buena compañía,
mucho mejor.
Jaca, la perla del Pirineo, ofreció un reparador descanso —seguramente bien merecido—, a todos los que la eligieron estos días como punto de destino vacacional o de recogimiento, combinado con el disfrute, para los inquietos, de los lugares más atractivos de la ciudad y su entorno.
Los restaurantes también acogieron con plena satisfacción la
movida o más bien tregua a su forzosa inactividad. Algunos desempolvaron el cartel de “completo”,
aunque fuera este un tanto roñoso, referido solo al 30 por ciento del aforo interior
del local, pero algo es algo.
Una inyección de moral
JACATIMES
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